Las últimas horas que el padre Walter compartió con su pueblo antes de ser asesinado

Rezos del Santo Rosario, una misa, celebraciones, abrazos y agradecimientos, fueron parte del fatídico jueves santo que vivió el sacerdote antes de ser ultimado en Lolotique.

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Por Óscar Iraheta

2018-04-05 7:01:24

El padre Walter Vásquez Jiménez soplaba la vela del pastel de vainilla que la familia Guevara le compró por su renovación de votos en el Jueves Santo, pero sus amigos le harían la broma de untarle de turrón. El religioso bromeó por varios minutos, comió y se despidió de sus seres queridos. Era la 1:45 de la tarde de ese fatídico día.

La familia Guevara aún lo llora, vive entre la tristeza y el halago de haber compartido el último almuerzo con el hombre más querido y respetado del cantón Las Ventas, en el municipio de Lolotique en San Miguel.


“Para nosotros fue una bendición haberlo tenido acá en la intimidad de nuestro hogar. Era un hijo de Dios y no sólo eso, era un buen amigo y ser humano”, recuerda Carlos Guevara entre lágrimas.

El último Jueves Santo, el padre Walter lo inició con el rezo del Rosario a las 6:00 de la mañana en la capilla del cantón Las Ventas, junto a los feligreses de la zona, quienes estimaban esa dedicación. Luego desayunó plátanos, francés y un café en una casa vecina.

Don Carlos relata que a las 8:00 de la mañana el religioso llegó a su casa y junto con otros vecinos le acompañaron a la iglesia del municipio de Santiago de María, en Usulután, donde el sacerdote realizó su renovación de votos en la misa crismal.

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El religioso participó de la eucaristía de las 9:00 de la mañana junto a otros sacerdotes del oriente del país.
Habló y compartió con sus colegas y amigos. Expresó su alegría y agradecimiento por otro año de servicio.

Don Carlos narra que después de la misa en Santiago de María, el padre le expresó que deseaba compartir con su familia el almuerzo, algo que para la familia Guevara llenó de mucha alegría. Cumplía 8 años como sacerdote.

 

 

“No me esperaba que dijera que quería almorzar con mi familia, fue una sorpresa, mi esposa preparó tortas de pescado seco y le gustaron mucho. Antes de almorzar en familia realizó una oración y agradeció por los alimentos y por la vida”, prosigue don Carlos, ganadero oriundo del cantón Las Ventas.

La presencia del padre Walter Vásquez hizo que la familia Guevara comprara el pastel en el pueblo para celebrar junto a él.

Hubo fotografías, bromas y agradecimientos por una amistad de muchos años. Durante todo el tiempo no hubo ni un atisbo de preocupación por parte del padre, ni expresión que presagiara la muerte.

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A las 2:30 de la tarde aproximadamente, el sacerdote se despidió de los Guevara y se movilizó a otro lugar de donde salió junto a otros vecinos para celebrar la misa de las 4:00 de la tarde en el cantón Las Lajas, en la misma jurisdicción de Lolotique. El referido lugar también es un cantón del municipio de Lolotique rodeado de mucha pobreza y calles en mal estado.

Los vecinos afirman que a las 3:00 de la tarde el padre partió del cantón Las Ventas hacia Las Lajas por la calle empedrada y polvorienta. No demoraría menos de 15 minutos para llegar a su destino, ya que la calle se encuentra en mal estado.

Cuando viajaba con tres personas más que le servían como acólitos, en el lugar conocido como La Casona, fue interceptado por sus asesinos. El padre viajaba de copiloto y estaba a cinco minutos de llegar a la ermita.

En el lugar sigue visible la sangre del sacerdote y en una piedra su familia marcó una cruz como señal que él era una persona entregada a la vida católica.

La mala noticia del asesinato del padre se regó rápido en todo el pueblo. Los Guevara y muchos vecinos no podían creer que habían asesinado al padre amigo.

En Las Ventas la ermita está cerrada desde el fatídico día. No hay misas. La última estaba programada para ese jueves a las 5:30 de la tarde donde el padre Walter la celebraría.